La muerte de Hitler


Adolf Hitler efectuando el saludo nazi

Un 30 de abril, pero de 1945, moría Adolf Hitler, un personaje que pasó de ser un pintor fracasado a un vagabundo y luego, tras un fallido golpe de estado, se convirtió en la figura del régimen más agresivo e irracional de la historia de Alemania.

Unos años antes, durante la guerra que él mismo había provocado, sus tropas habían llegado a dominar "más tierras que el Imperio Romano en su época", según John Toland en Los cien últimos días. Pero a finales de abril, Berlin estaba rodeada por el Ejército Rojo. Un constante diluvio de bombas inundaba la ciudad, y el Führer se había visto obligado a encerrarse en el refugio antiaéreo de la Cancillería. En la madrugada del 23 se le aconsejó huir hacia el sur, donde aún había unidades intactas, pero se negó. Y quizá entonces, con los rusos luchando calle por calle, avanzando a pasos agigantados, tomara su última decisión.

"Hitler muerto": portada del diario militar norteamericano The Stars and StripesDurante toda su vida, Hitler estuvo obsesionado con la idea de un suicidio rápido después de la derrota. En Stalingrado, al enterarse de que el mariscal Paulus se había entregado al enemigo, dijo: "El hombre tenía que haberse pegado un tiro, debía haber tomado ejemplo de los caudillos de antes, que se clavaban la espada cuando veían que su causa estaba perdida... ¡Cómo se puede tener miedo a ese segundo en que uno puede librarse de la pesadumbre, cuando el deber ya no te retiene en este valle de lágrimas!". Esta vez, el derrotado era él, y el tiempo demostró que no había cambiado de opinión.

El 29 de abril, Hitler llamó al jefe de brigada de las SS, Wilhelm Mohnke. Éste, con ayuda de un plano, explicó: "Por el norte, el ruso está muy cerca del puente de Weisendamm. Por el este, en el Lustgarten. Por el sur, en la Postdamer Platz y junto al Ministerio del Aire. Por el oeste en el Tiergarten, a trescientos o cuatrocientos metros de la cancillería". Su interlocutor le preguntó cuánto podrían seguir resistiendo: "Un máximo de veinte o veinticinco horas, mein Führer, más no". La noche anterior ya había terminado de redactar su testamento político, nombrando a Karl Dönitz como su sucesor. A la una de la tarde, él y su amante Eva Braun se casaron.

Mi esposa y yo optamos por la muerte para escapar al oprobio de la destitución o de la capitulación. Es nuestra voluntad que se nos incinere inmediatamente en el lugar en el que he llevado a cabo la mayor parte de mi trabajo diario en el transcurso de doce años de servicio a mi pueblo.

Al otro día, tras un silencioso almuerzo, se retiró a su habitación con su nueva esposa. Allí, a las tres de la tarde, los dos se envenenaron con cianuro. Hitler, sentado frente a un retrato de Federico el Grande, mordió la cápsula de veneno y se disparó en la cabeza.  Así, viendo evaporarse al que iba a ser el Reich de los mil años, murió el responsable de la muerte de más de veinte millones de personas.

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